El deshielo

Crónica de un viaje a Moscú en julio de 2012. Han pasado 25 años desde la caída del Muro y cualquier parecido con el universo de los soviets es pura coincidencia. La ciudad deslumbra y el verano saca lo mejor de ella y de sus habitantes. La Plaza Roja y el Kremlin, el cementerio Novodevichiy, la Lubianka o el mercado Ismailovo; una visita a la bania Sanduni, restaurantes como el Pushkin, un espectáculo en el Bolshoi, una copa en la cafetería del Metropol… y el mejor recuerdo de todos, una velada cen la Casa de españa con los Niños de la Guerra. Moscú hace gala de su condición de nuevo templo del capitalismo, no es para todos los bolsillos. Claro que siempre nos quedará el metro, el palacio del proletariado, bruñido como una patena y deliciosamente decadente; o el Bunker 42, una reliquia de la Guerra Fría. Bienvenidos al país donde negarse a un vodka es una falta de respeto y la cerveza se sirve en botellas de medio litro. Nasdarovia

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