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jueves, 11 de enero de 2018

11 platos precocinados saludables

Precocinados saludables. Sardinillas

Se acabaron las vacaciones y despedimos las fiestas encarando un nuevo año que arranca con la temida cuesta de enero. Queremos recuperar buenos hábitos y perder los típicos kilos de Navidad, pero al mismo tiempo volvemos acelerados a la rutina, controlando al máximo la cartera. Con este panorama los platos precocinados se vuelven tentadores pero, ¿son realmente saludables?

Dejémoslo claro desde el principio: gran parte de lo que entendemos por comida precocinada no es nada saludable, deberíamos evitarla y, sin embargo, cada vez abusamos más de ella. Pero afortunadamente también hay platos precocinados que son saludables y con muchas ventajas; solo hay que saber elegir bien y combinarlos de forma adecuada con nuestra cocina casera.

Platos precocinados, procesados y ultraprocesados, ¿son lo mismo?

Precocinados ultraprocesados

La terminología empleada en el mercado de la alimentación puede ser un poco confusa para el consumidor, aunque a efectos prácticos en realidad es muy simple. Se entiende por comida o plato precocinado aquel que ha sido sometido a algún tipo de cocción previa. Es decir, se vende total o parcialmente elaborado, tal y como indica la RAE.

Hay platos completamente cocinados y que solo necesitan un recalentamiento rápido para consumirlos. Ese calor no es necesario a nivel sanitario, pero sí lo hacen “comestible”; sería el equivalente a recalentar las sobras de nuestra comida casera. Las casas de comidas y los servicios de comida a domicilio venden platos cocinados.

Precocinados ultraprocesados

En el gran grupo de lo que entendemos como platos precocinados entran muchos productos de naturaleza muy diferente. El término tiene una connotación negativa porque la mayoría son ultraprocesados industriales de escaso valor nutricional, poco saludables y casi siempre con un exceso de grasas saturadas, azúcares y sal. Pero no todos los procesados son iguales.

Carlos Ríos, nutricionista y autor del blog Realfooding que promueve el movimiento "Come comida real”, lo explica muy bien. Hay buenos procesados y malos procesados, que serían los conocidos como ultraprocesados, y que siempre deberíamos evitar a pesar de sus tentadoras, y engañosas, ventajas.

Los ultraprocesados son alimentos sometidos a un procesamiento industrial que disminuye su calidad nutricional. En su mayoría están listos para consumir o apenas hace falta una ligera elaboración final para comerlos (horno, microondas, fritura o plancha, por ejemplo). El problema son todos los ingredientes que se añaden y cómo se juega con el procesado para crear un producto atractivo y cómodo.

Precocinados ultraprocesados

Sirva como muestra un ejemplo: los socorridos San Jacobos o libritos. Si los hacemos en casa solo tenemos que rellenar lonchas de carne con jamón y queso, rebozar y freír. ¿Pero qué lleva un San Jacobo ultraprocesado?

Mezclas de carne de baja calidad con otros añadidos baratos, grasas saturadas (abunda el aceite de palma), azúcares, almidones, proteínas y lactosa o leche en polvo, queso de dudoso origen (o “mezclas lácteas”), exceso de sal y de aditivos como potenciadores del sabor que ocultan la mala calidad en general de todos los ingredientes.

Precocinados Es importante leer bien las etiquetas de todos los productos

Los precocinados ultraprocesados que se deben evitar pueden encontrarse congelados, refrigerados o no necesitar frío. Pizzas, lasañas, canelones, fideos instantáneos, kebabs, fajitas y similares, hamburguesas, salchichas, albóndigas, salteados, croquetas, nuggets, rebozados en general, empanadillas y platos preparados (arroces, pastas, paellas, tempuras…) son los más comunes. Y, desgraciadamente, suelen abundar en las cestas de la compra del consumidor medio.

Sin embargo, sí existen precocinados saludables en el supermercado. También ahorran tiempo en la cocina y nos solucionan una comida o cena improvisada en cualquier momento. Puede que en algunos casos aparentemente no sean tan económicos, pero en realidad los precocinados “malos” tampoco salen nada baratos.

1. Cremas y caldos

Precocinados

Cocinar una crema de verduras en casa es sencillo y tampoco hace falta seguir una receta concreta a rajatabla, pero para una emergencia podemos encontrar cremas comerciales de buena calidad. El único problema es que las verdaderamente saludables y sabrosas se suben de precio, pues el carácter artesanal cuenta mucho.

Los caldos son mi opción preferida si tengo que recurrir a un precocinado para tener en la despensa. No siempre hay caldo casero en casa y son un gran recurso para todos nuestros platos, siempre que huyamos de los concentrados en pastillas o polvos.

Crema

Hay que leer con mucho detenimiento la lista de ingredientes y la información nutricional. Lo mejor es escoger aquellos productos que solo cuenten con ingredientes naturales (verduras y hortalizas, pescado, marisco o carnes en su caso), sin añadidos innecesarios (almidones, harinas, lactosa, potenciadores del sabor), sin azúcar y con poca sal.

Aconsejo decantarse por un caldo de verduras reducido en sal y cocinar cualquier crema en casa; con apenas dos o tres verduras ya podemos tener una estupenda crema a nuestro gusto. En los precocinados la pérdida de nutrientes, sobre todo de vitaminas y minerales, suele ser mayor.

2. Conservas de verduras al natural

Precocinados

La gama es amplísima, tanto en variedad de verduras y hortalizas como de marcas y calidades. Espárragos, alcachofas, pimientos, acelgas, judías verdes, guisantes, apio, remolacha, setas, cardo, espinacas, tomate, berenjena, habitas, maíz… También encontramos mezclas como macedonias o menestras.

Son verduras cocinadas y conservadas al natural, en agua, como mucho con algo de sal y algún conservante o antioxidante, generalmente ácido ascórbico (vitamina C, E300). De nuevo, recomiendo leer las etiquetas y preferir las que no lleven más añadidos, preferiblemente sin sal.

Ensalada de Conservas

Aquí entran un poco en juego los gustos de cada persona personalmente no me gustan nada los guisantes de lata, demasiado cocidos para mi gusto-, pero hay que intentar elegir verduras que hayan sido cosechadas y envasadas en España. Que la empresa sea nacional no asegura que utilicen materia prima local.

Combinando varios tarros podemos montar una ensalada a base de conservas más que apañada incluso añadiendo encurtidos como alcaparras o pepinillos, o agregando legumbres a la combinación. También son un buen recurso para preparar bocadillos, sándwiches, tostas y canapés, especialmente con atún o alguna otra conserva marinera.

3. Pisto, escalivada, asadillo y otros

Pisto

Suelen encontrarse en la misma sección de las conservas al natural de verduras. El pisto, la escalivada y sus variantes son platos muy comunes en nuestra gastronomía y tienen muchas versiones precocinadas, muy válidas y prácticas para improvisar comidas o cenas cuando no tenemos tiempo de nada.

Examinando el etiquetado deberíamos ver como ingrediente aceite de oliva, preferiblemente virgen extra, sin mezclar con otras grasas. El aceite de girasol también es aceptable, así como especias y el típico acidulante de ácidro cítrico, que actúa como antioxidante y conservante. Hay que procurar escoger los productos que tengan el menor contenido en sal y azúcar.

Para servir estos platos tenemos muchas opciones: huevo cocido, escalfado o frito, patatas, anchoas, atún o bonito, tostas de pan, mijo o algún otro grano, incluso frutos y frutas secas como dátiles.

4. Verduras asadas

Pimientos Asados

Me gustan mucho más que los preparados anteriores porque implican menos ingredientes añadidos. Las hay en aceite, pero yo aconsejo escoger las verduras asadas y conservadas al natural para poder aliñarlas al gusto en casa, con nuestro propio aceite preferido.

Los productos más comunes son de pimientos -morrones o Piquillo-, berenjena, cebolla, tomate o mezclas. También existen combinaciones de verduras asadas congeladas, a veces marcadas como “a la parrilla”, pero conviene revisar muy bien el listado de ingredientes, también para conocer la proporción. Estas mezclas suelen abusar de la patata reduciendo la cantidad de otras verduras.

5. Sopas deshidratadas, cuscús, arroz y otros granos

Precocinados

La deshidratación es una técnica de conservación de alimentos tradicional con muchas ventajas. Suelen tener una vida útil muy larga, no necesitan refrigeración y conservan gran parte de los nutrientes del producto fresco original.

En el mercado existen preparados de sopas y platos a base de cuscús, arroz, quinoa o mezclas de granos con vegetales, que solo requieren añadir agua o caldo caliente para reconstituirlos. Ahora incluso se ofrecen en envases que simplemente se calientan en el microondas y ya están listos para comer. Como siempre, habrá que leer bien las etiquetas y comprobar que predominan los ingredientes naturales, sin azúcar y con poca sal.

6. Legumbres cocidas

Precocinados

En mi opinión no deberían faltar en ninguna despensa aunque demos prioridad a la legumbre cocinada en casa. No importa la variedad, lo importante es elegir legumbres de bote con origen nacional, sin más añadidos que agua, la sal justa y algún antoxidante. Además podemos aprovechar el líquido o aquafaba para preparar algún postre vegano.

Muchas veces están demasiado cocidas para mi gusto y por eso la legumbre en conserva que más utilizo son los garbanzos, que aguantan más firmes y son geniales para saltear, asar o freír. Las alubias las lentejas me gustan más para hacer purés, cremas, patés vegetales o para añadirlas a rellenos y masas. Aunque hay algunas marcas que conservan buena textura para enriquecer ensaladas, sopas o salteados.
Garbanzos

Con las legumbres ya cocidas podemos preparar todo lo que se nos ocurra, desde guisos tradicionales como los garbanzos con espinacas o el potaje de vigilia, a platos más originales como alubias al horno con cuscús, hummus o platos de cuchara exprés deliciosos.

7. Conservas y semiconservas de pescado

Precocinados

Enriquecen recetas rápidas como ensaladas, bocadillos, tostas o platos de pasta, y son productos estupendos para improvisar picoteos y aperitivos. Hablamos de anchoas, boquerones, atún y bonito, mejillones, berberechos, sardinillas, navajas, almejas, caballa, melva, cangrejo, etc. Los hay al natural, en escabeche, aceite o con salsas como tomate, y, de nuevo, conviene leer bien los ingredientes. Al natural es mi opción preferida, y sin que desplacen al pescado fresco de forma habitual.

No son exactamente una conserva pero podríamos incluir los ahumados y salazones, así como las huevas. Por su alto contenido en sal no es recomendable consumirlos con mucha frecuencia, pero sí son una opción estupenda para ese aperitivo o tapeo ocasional, mucho más sanos que las patatas chips o los snacks fritos y salados.
Pasta

Además del típico tapeo sin más, una lata de bonito, mejillones, sardinas o berberechos puede enriquecer y añadir proteínas a platos ligeros como ensaladas, salteados de verduras, bocadillos, sopas y cremas, etc. Las anchoas son estupendas para potenciar salsas simples, picadas o machacadas para que se integren con los demás ingredientes, como en la salsa puttanesca.

8. Buñuelos o albóndigas de pescado

Precocinados

Hemos dicho que las croquetas y albóndigas son ultraprocesados a evitar, pero existen algunos productos similares que no son una mala opción para tener como recurso ocasional. En la sección de ultracongelados podemos encontrar buñuelos y albóndigas, normalmente de bacalao, con los mismos ingredientes que usaríamos en casa.

Habrá que leer con lupa los ingredientes para comprobar que el pescado sea el ingrediente principal, con poca o ninguna proporción de harina, patata la justa, incluyendo huevo, aceite de oliva o girasol en su defecto, especias y la sal necesaria. Almidones, aromas, mantequilla o margarina, azúcar, aceites vegetales, lactosa, leche en polvo… son añadidos innecesarios a evitar.

9. Guisos “artesanos”

Precocinados

Aquí entrarían lo que denominaríamos propiamente como “platos preparados” y que se suelen anunciar con nombres de recetas tradicionales. Incluyen muchas veces los reclamos “artesano”, “tradicional”, “casero” o “de la abuela”, en cuyo caso me despiertan cierto escepticismo. Son adjetivos que por sí mismos no dicen nada, así que, de nuevo, toca leer bien el etiquetado.

Los más populares son los platos de legumbres, aunque conviene evitar los que incluyen embutidos y derivados cárnicos. Son buenas opciones los garbanzos con espinacas, lentejas a la jardinera, fabes con almejas, alubias con tomate, alubias o lentejas con salsa de verduras, etc.

También hay guisos tradicionales precocinados de carne y pescado que pueden sacarnos de un apuro. Los marineros suelen llevar menos aditivos, por ejemplo bonito encebollado o atún en salsa de tomate, pero con los preparados de carne hay que revisar mejor los ingredientes. Estofados de patata o verduras con jamón pueden ser buenas opciones.

10. Pollo asado

Pollo

Hay pocos platos tan agradecidos y versátiles como el pollo al horno casero, pero si nos corre prisa siempre podemos recurrir a un pollo asado comercial. Generalmente vienen envasados al vacío, listos para recalentar en el microondas o el propio horno, y los hay de muy buena calidad. Tan solo hay que revisar los ingredientes para evitar añadidos como exceso de sal, potenciadores del sabor, grasas, aromatizantes o salsas dudosas.

Podemos servirlo con una guarnición casera más sana que las típicas patatas fritas, como arroz o cuscús, verduras salteadas o a la plancha, patatas cocidas o ensalada. Lo mejor es aprovechar las sobras en recetas toda la semana.

11. Perdiz y codorniz en escabeche

Ensalada de pasta con codornices

Dos clásicos de las conservas de toda la vida que admito no haber comprado nunca. En mi casa los escabeches estaban vetados por mi padre, pero he podido probar platos con estos productos en otros hogares y pueden dar mucho juego para enriquecer recetas o improvisar comidas rápidas.

Si no tenemos tiempo para escabechar las aves nosotros mismos, podemos recurrir a estas conservas que se componen únicamente de la carne limpia de la perdiz o codorniz y un escabeche que debería ser lo más artesano posible. Es decir, con agua, aceite de oliva, vinagre, laurel, sal, ajo, pimienta y poco más.

Podemos servirlas acompañadas de patatas cocidas o de otras hortalizas, incorporarlas a guisos de legumbres o como relleno de bocadillos o verduras asadas. Aunque mi opción favorita es coronar ensaladas con ellas, como en esta receta con granada o esta otra de pasta con pesto.

Codorniz

El gran reclamo de los precocinados ultraprocesados es su aparente atractivo y la inmediatez. Si nos hemos vuelto comodones y perezosos o si realmente hoy apenas tenemos tiempo para cocinar sería tema de otro debate, pero hay buenas alternativas. Por suerte existe un buen número de platos precocinados en el mercado que sí son saludables y nos vendrán muy bien para recuperar rutinas este mes de enero.

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La Coca-Cola Light en la encrucijada: lanzan nuevos sabores para rescatar las ventas

Diet Coke

Coca-Cola ha anunciado el lanzamiento de una nueva Diet Coke en EEUU –el equivalente a nuestra Coca-Cola Light–, con nuevo diseño y sabores: jengibre y lima, mango, naranja sanguina y cereza.

Aunque se podrá seguir adquiriendo la Diet Coke tradicional, la compañía estadounidense responde así a la increíble bajada de ventas que esta variedad está teniendo en EEUU, algo que, aunque con menos intensidad, está ocurriendo también en Europa, donde la Coca-Cola Zero está ganando terreno.

En un comunicado de prensa, Coca-Cola ha anunciado que ha pasado dos años desarrollando los nuevos sabores de la bebida, para los que se han explorado más de 30 combinaciones.

Diet Coke2

Salud y mitos

En los últimos años, Diet Coke ha sido el eslabón más débil de la cartera de productos de la compañía. Solo en 2016 sus ventas cayeron en EEUU en un 1,9%. En España, mientras la Coca-Cola Zero alcanzó ese mismo año una cuota de mercado entre el conjunto de variedades de un 29%, la versión light se estancó en un discreto 11% de las ventas totales.

Las variedades de Coca-Cola sin azúcar representan en España el 41% del total de las ventas, un porcentaje que no deja de crecer, pero esto no significa que todos los bebedores de Coca-Cola se estén pasando a la Zero o la Light. Pese a que cada vez más personas están concienciadas sobre la necesidad de tomar menos azúcar, muchos de estas mismas personas desconfían de los edulcorantes que utiliza la compañía. Un problema que es aún mayor en EEUU, donde la venta de refrescos sin azúcar ha caído un sorprendente 34% desde 2005.

Aunque la seguridad de edulcorantes como el aspartamo se ha confirmado en numerosos estudios científicos, muchas personas siguen rehuyendo como la peste cualquier cosa que suene a “aditivo” o “edulcorante” y prefieren incluso atiborrarse a azúcar, aunque los médicos hayan advertido una y mil veces que su consumo excesivo sí es verdaderamente peligroso.

Azucar

El futuro de los refrescos

No cabe duda de que las compañías de refrescos tendrán que hacer un gran esfuerzo de marketing e innovación en sus productos para enfrentarse a la creciente presión sobre el consumo de azúcar.

A día de hoy, una sola lata de Coca-Cola normal tiene más de 30 gramos de azúcar, una cantidad superior al máximo diario recomendado por la Organización Mundial de la Salud, que se sitúa en 25 gramos. Y no cabe duda de que, a medida que nos concienciemos del problema, este tipo de productos van a contar con nuevos impuestos, algo que ya es una realidad en muchos países.

En concreto, Coca-Cola asegura haber reducido un 38,36% el aporte de azúcares por litro del total de sus bebidas en los últimos 15 años y este verano anunció que reducirá el contenido de azúcar de sus bebidas un 12 % hasta 2020. Pero ¿son estas medidas suficientes para mantener el consumo? Y, lo que es más importante para el resto de la gente, ¿serán suficientes para que llevemos una dieta más saludable?

Imágenes | Coca-Cola Company/Pixabay
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PIATRAONLINE – Povestea ardeziei flexibile

Ardezia flexibilă este materialul care a impresionat încă de la momentul apariției sale, la începutul anilor 90, în Germania. Cu o grosime de aproximativ 2 milimetri, ardezia flexibilă este cunoscută în întreaga lume sub numele de ”tapetul de piatră”. Datorită maleabilității și rezistenței, acest produs poate fi utilizat și în placări pe suprafațe curbate, nu doar pe cele plane. În funcție de nuanțe (gri, arămiu, alb, negru etc.), există mai multe tipuri de ardezie flexibilă… Ba chiar sunt variante translucide care se pretează montarii pe cadre luminate din spate, asigurându-se astfel un spectacol cromatic unic.

Fiind ușoară, se poate fixa pe pereți care au înălțimi foarte mari. Produsul se utilizează în spații exterioare și interioare, în poziție verticală, dar și la placarea de mobilier. Și-a demonstrat utilitatea în amenajari rezidențiale și comerciale, de la băi și bucătării, la birouri și restaurante. Merită totodată subliniat că ardezia flexibilă devine tot mai folosită și în modă și în industria auto. Elastică, durabilă, impermeabilă, ignifugă și ecologică, ardezia flexibilă reprezintă unul dintre materialele cele mai apreciate de designeri, ingineri și arhitecți pentru uriașul ei potențial estetic și practic.

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