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miércoles, 5 de octubre de 2016

Pastel levado de ciruelas y almendras o Hefekuchen. Receta de otoño

Pastel levado de ciruelas

En realidad, el nombre completo de esta rica receta sería algo así como Zwetschgen Mandel-Hefekuchen -¿no es bonito el alemán?-, una ligera variación del tradicional Streusel-Hefekuchen típico de países centroeuropeos. Es un pastel levado de ciruelas y almendras ideal para esta época de principios de otoño, cuando ya apetece encender el horno de verdad con elaboraciones reconfortantes.

A los suizos, alemanes y austriacos les encantan este tipo de masas de panadería dulzonas, que se aplanan para que no crezcan demasiado y se coronan de fruta fresca de temporada. Las frutas de hueso son las mejores, en mi opinión, aunque fuera de temporada quedan muy bien también con manzanas o peras. En lugar de usar el típico Streusel he preferido dar un acabado más ligero al pastel con una mezcla de almendras, coco y tomillo.

Ingredientes

  • 200 g de harina de fuerza, 80 g de harina de espelta o trigo integral, 40 g de azúcar, 120 ml de leche, 10 g de levadura fresca, 1/2 cucharadita de esencia de vainilla, ralladura de 1 limón, 1 huevo L, 25 g de mantequilla a temperatura ambiente, 1/4 cucharadita de sal, 500-700 g de ciruelas, tomillo, almendras laminadas o picadas crudas, coco rallado, azúcar moreno.

Cómo hacer pastel levado de ciruelas y almendras

Comenzar calentando ligeramente la leche y mezclar en ella la levadura fresca desmigada con una pizca de azúcar. Esperar 15-20 minutos, hasta que esponje un poco. Disponer en un recipiente grande la harina de fuerza con la harina de espelta integral, la sal y el azúcar. Formar un hueco y echar la levadura; empezar a mezclar. Agregar el huevo ligeramente batido, la vainilla, la ralladura de limón y la mantequilla.

Trabajar la masa hasta que quede homogénea, tapar con un paño y esperar 15 minutos. A continuación amasar hasta que quede lisa, elástica y suave. Formar una bola y colocar en un recipiente limpio ligeramente engrasado con aceite o mantequilla. Tapar y dejar que crezca hasta doblar su tamaño.

Precalentar el horno a 200ºC y preparar las ciruelas. Lavar y secar, retirar los rabitos, sacar los huesos y cortar como más guste, en gajos o medias lunas. Deshinchar la masa, volver a formar una bola ovalada y colocar sobre una bandeja de horno engrasada o cubierta con papel sulfurizado.

Aplastar con las manos o usando un rodillo hasta dejarla fina, porque crecerá un poco de todas formas. Repartir las ciruelas por encima, apretando con suavidad. Cubrir con almendra laminada, coco rallado, tomillo fresco y azúca moreno al gusto. Hornear durante unos 25-30 minutos, bajando la temperatura a 180ºC si se dorasen demasiado rápido las ciruelas a la mitad. Dejar enfriar sobre una rejilla.

Hefe Kuchen de Ciruelas. Pasos

Tiempo de elaboración | 2 horas
Dificultad | Media

Degustación

Este pastel levado de ciruelas y almendras también está muy bueno todavía caliente, y aunque sabe mejor recién hecho, aguanta bien un par de días si se envuelve en plástico film. No es excesivamente dulce, por lo que puede tomarse en el desayuno o merienda acompañando el café o té. Si lo servimos como postre podemos añadir una bola de helado, chocolate caliente, salsa de vainilla o lo que nos apetezca.

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martes, 4 de octubre de 2016

Video aceituna

Video Restaurante Aceituna
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San Sebastian Gastronomika 2016 -San Telmo

Cena inaugural de San Sebastian Gastronomika 2016. San Telmo. Restaurante Alameda y Gorka Txapartegi.
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Jamie Oliver mete la gamba (y el chorizo) al hacer su versión de la paella

Paella Jamie

Los valencianos nos hemos ganado la fama de ser un poco talibanes con la paella, aunque la realidad es que somos bastante tolerantes al respecto. Una visita a Wikipaella basta para comprobar que hay muchas variaciones locales, aunque todas siguen unas reglas básicas comunes que, por lo visto, no todo el mundo conoce. Como muestra, Jamie Oliver metiendo la gamba (y el chorizo) al hacer su versión de la paella.

Si echamos un vistazo a su receta no es que no sea fiel a la paella valenciana tradicional, es que su versión es tan diferente que solo merece ser llamado "arroz con cosas". Veamos por qué.

1. La paella mixta es un mito

La paella mixta debería estar prohibida

Así es, no existe tal cosa. Bueno, a ver, está en los menús de los restaurantes, y los turistas se la piden. Pero nada más. Ningún valenciano que merezca ser llamado como tal la cocinará jamás. Así que Jamie, no metas la gamba, literalmente.

2. La paella no lleva chorizo

Esto es algo que parece no entrarles a la cabeza a los anglosajones, que asocian paella a España y España a chorizo, y hacen una correlación que da como resultado una tragedia.

Gordon Ramsay también tiene una paella con chorizo

De hecho, salvo en la zona norte de la Comunidad Valenciana, donde algunas variedades llevan costilla de cerdo (y esta es la excepción que confirma la regla) la paella no suele llevar nada que provenga del cerdo.

3. ¿Por qué guisantes?

Lo de los guisantes en la paella es algo que está bastante extendido por toda España, aunque ninguna variedad tradicional los lleva. No sé por qué motivo la gente los añade (encima congelados) y se deja fuera las verduras originales, como puedan ser la "bajoqueta" (judía verde plana), el "garrofó" (un haba grande y plana) o la alcachofa (natural, no de bote, por favor).

Guisantes en la paella no, así de fácil

Jamie también le añade pimiento rojo (esto se hace en algunas zonas, así que lo daremos por bueno), cebolla (¡noooo!) zanahoria (no sé en qué estaba pensando) y la remata con perejil (¿será fan de Arguiñano?)

4. La paella no se remueve, nunca

Esto es algo que parece no entrarle a la cabeza a muchos cocineros. Una vez se echa el arroz, la paella no se toca. Puedes quitar o añadir caldo si ves que sobra o falta, pero jamás, jamás se remueve.

El motivo es sencillo. Si se mueve el arroz, los granos se rompen y se liberan almidón. Esto hace que el arroz quede más pastoso, cuando una buena paella tiene que tener el grano tan suelto que se pueda comer uno a uno.

Paella Valenciana - presentación Una vez echamos el arroz, la paella no se toca

De hecho, una de las mayores virtudes del arroz bomba y otras variedades similares es que es capaz de absorber mucho caldo sin romperse, así que dejadlo vivir tranquilo. Abrid una cerveza o serviros un poco de vino y simplemente admirar cómo se va haciendo el arroz.

5. La paella se hace en una paella, no en una olla

Y cuanto más grande la paella (el recipiente) para el mismo número de comensales, mejor sale el arroz. Esto tiene mucho que ver con la superficie de evaporación, que permite al arroz hacerse bien al tiempo que queda seco y suelto.

Si no tienes paella, usa una sartén cuanto más grande mejor

Si hacemos la paella en una olla o una sartén pequeña, gran cantidad de arroz no estará en contacto con el aire y, por lo tanto, no conseguiremos que se evapore completamente el caldo, resultando en un arroz más pastoso de lo deseado.

En definitiva, una cosa es hacer una "versión" de la paella probando a añadir, por ejemplo, pato, o las mencionadas costillas de cerdo, o quizás pimiento rojo. Incluso pueden hacerse cosas menos convencionales como una paella de atún, pero siempre respetando unos principios básicos, no lo que ha hecho Jamie con "su paella". Y eso que en su canal de Youtube tiene un vídeo hecha a la perfección.

Foto | Jamie Oliver en Twitter
En Directo al Paladar | Las 13 mayores aberraciones de la Historia cometidas con la paella

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Taşra Kabare Premiere

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El Japón más dulce: de los tradicionales wagashi a la alta pastelería

Dulces Japoneses

A pesar de que la cocina japonesa está más que normalizada en los países occidentales, el lado dulce de Japón sigue siendo su faceta más desconocida. Más allá de los repetitivos postres de los restaurantes más modestos -helado de sésamo o té verde, dulces con matcha y poco más- todavía es difícil encontrar auténticos dulces nipones que reflejen esa delicada perfección que caracteriza a su cultura gastronómica. Porque los japoneses también son muy golosos, aunque con particularidades.

Quien visualiza al estereotipo de japonés medio, de complexión delgada y carácter comedido, no imagina que detrás hay una auténtica pasión por los dulces. En el lado contrario, a quienes nos fascina lo japonés sabemos que es una auténtica mina de golosinas, chocolates y otras tentaciones variadas, con ese punto friki que siempre despiertan curiosidad. Pero en realidad lo más interesante del Japón más dulce son las elaboraciones tradicionales y la maestría de las creaciones de la más alta pastelería.

La delicada perfección de los wagashi

Wagashi

Si al pensar en comina japonesa tradicional nos imaginamos muchos pequeños platos con bocados exquisitos, elegantes y de refinada preparación, acertaremos también en cuanto a los dulces. Se conoce como wagashi al conjunto de elaboraciones dulces más tradicionales que son mucho más que un simple postre. Normalmente acompañan a la ceremonia del té y también se relacionan con determinadas festividades o épocas del año, variando en sus sabores y estética.

Elaborados con harina de arroz glutinoso, los mochi son los dulces más conocidos en su versión más simple, con una textura gelatinosa que desde luego sorprende al paladar poco acostumbrado. No tiene nada que ver con ningún dulce occidental que o haya probado, pero recuerdo que me cautivó la primera vez que probé uno. Los daifuku mochi son pastelitos de arroz con diferentes rellenos, aunque el más tradicional es a base de anko, la pasta dulce de judías rojas azuki.

Dulces japoneses

Pero el mundo wagashi es inmenso y fascinante, sobre todo en su versión más tradicional asociada a actos ceremoniales y al sentido de la hospitalidad japonesa. Estos dulces no son solo un bocado goloso que devorar de postre o merienda, son auténticas obras de arte artesanales con un simbolismo determinado que refleja el carácter japonés y su relación con la naturaleza.

Los más bellos están inspirados en los cambios de las estaciones, un fenónemo de gran importancia en Japón, y en la naturaleza asociada. Las flores, los colores, las hojas de los árboles, los frutos… todo ello se traslada al diseño de mochis y otros dulces que pueden alcanzar cotas extremas de delicadeza y perfección. Son bocados únicos, delicados, bellos y elegantes, que se preparan como si fueran obras de arte y deben admirarse con respeto antes de ser degustadas.

Dulces japoneses

Se pueden encontrar muchos wagashi de arroz en tiendas comunes, de elaboración industrial o envasados en plásticos individuales -perfectos para turistas-, pero merece la pena degustar un mochi de creación artesana auténtica. Si se tiene la suerte de recibir una de estas bellas tentaciones como obsequio, hay que sentirse afortunados y admirar y apreciar cada uno de sus matices estéticos y sensaciones gustativas. En España son de primera calidad los que se pueden encontrar en la pastelería Takashi Ochiai de Barcelona.

Dorayaki, Kasutera, Taiyaki y otras golosas tentaciones

Dorayaki

En otra categoría distinta, por no ser postres de una apariencia estética tan cuidada, podemos encontrar especialidades que se aproximan un poco más a nuestro concepto occidental de dulce. El dorayaki es sin duda el más conocido, gracias a que lo ha popularizado el personaje Doraemon del manga y anime del mismo nombre. La masa es muy similar a la de las tortitas tipo pancake, más delicada y ligera, y sirve en forma de sándwich relleno con anko en su versión más tradicional.

El kasutera, kastera o bizcocho castella es típico de Nagasaki y su origen se remonta al siglo XVI europeo, pues llegó a Japón de la mano de los comerciantes portugueses con la apertura nipona al resto del mundo. Es muy parecido a nuestros bizcochos más tradicionales pero con una miga esponjosa, de textura algo particular que combina de maravilla con una taza de té verde.

Taiyaki

También muy conocido es el taiyaki, sobre todo por su llamativa forma de pescado, que se obtiene al emplear unos moldes especiales. En realidad es una variación del imagawayaki, que usa la misma masa pero en moldes redondos. Fue una pastelería la que tuvo la ocurrencia de crear los moldes con forma de besugotai-, antiguamente un pez muy caro que solo se podían permitir las clases más altas. El taiyaki se hizo muy popular y hoy es muy típico encontrarlo en puestos callejeros durante festiales. La masa recuerda a un gofre, con el exterior crujiente, relleno de anko, crema o chocolate.

Anpan

Otro dulce que suele llamar la atención es el melonpan o meronpan, con un nombre que no da lugar a dudas de su origen. Se trata de un panecillo dulce con forma de melón -del tipo de melón más común en Japón, el yubari– gracias a su capa exterior crujiente, asi como una cobertura de galleta. Se suele usar aroma de melón para potenciar el efecto y gusta mucho a los niños, también es típico de festivales.

El anpan también gustará más a los paladares occidentales porque es otro dulce surgido de la influencia europea a finales del siglo XIX. Fue ideado en el periodo Meiji por Yasubei Kimura, que retirado de la vida de samurái reconvertido en panadero. Kimura buscaba crear un bollo al estilo occidental pero adaptado al paladar japonés, y así nació esta especie de brioche dulce relleno, cómo no, de anko. Se dice que gustó mucho al emperador y pronto se hizo muy popular entre la población.

Alta pastelería, coloridos dulces y chocolates curiosos

Patisserie

Con la apertura del país al resto del mundo, y sobre todo con la cada vez mayor influencia occidental, los japoneses fueron desarrollando una gran atracción por la pastelería al más puro estilo europeo. No es de extrañar teniendo en cuenta que el mundo de la alta patisserie popularizada por los franceses se basa en técnicas complejas y refinadas, diseños elegantes y un gran sentido estético. Los mejores pasteles son obras de arte que pueden alcanzar precios desorbitados, y en ese sentido Japón hoy no tiene nada que envidiar a Europa. Son muchos los japoneses que acuden a formarse y trabajar a los mejores obradores y restaurantes europeos.

Las grandes ciudades japonesas se han llenado de escaparates con creaciones inspiradas claramente en los mejores dulces parisinos. Los japoneses desvelan así su lado más goloso; ha crecido mucho la afición a darse un capricho con algún dulce o tarta, que también se puede emplear como regalo, o para celebrar alguna ocasión especial. Son obras de extremado refinamiento y complejidad, con un dominio absoluto de las técnicas más precisas y siempre la máxima atención por el detalle, sin perder de vista la importancia de los ingredientes locales.

Chocolates

Y en el otro extremo tenemos esa locura que es el mundo de las golosinas y chocolates más comerciales, que tanto nos fascinan a los occidentales. Las infinitas variedades de KitKat o la locura de los chocolates de San Valentín es solo una muestra de todos los dulces, caramelos, chocolatinas, galletas y demás caprichos azucarados que se pueden encontrar en cualquier tienda de hoy en día. Eso sí, se mantiene la tradición de los productos estacionales, con ediciones limitadas a cada región y épocas concretas, y sin olvidar el toque kawai que se deja ver en casi todo.

¿Cuál es vuestra experiencia con los dulces japoneses? ¿Qué os parece la peculiar textura del mochi? ¿Os animáis a probar los dorayaki en casa?

Fotos | iStock, Yuichi Sakuraba, Vincent Diamante, Norio Nakayama, anjuli_ayer, NattyQ2
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Cómo hacer dorayakis, el dulce favorito de Doraemon. Receta japonesa tradicional

Dorayaki

La pastelería japonesa sigue siendo poco conocida, pero hay un dulce tradicional popular en todo el mundo gracias a que es el favorito de Doraemon: el dorayaki. A pesar de que yo nunca fui muy fan del gato cósmico, sí que ansiaba poder probar estos pastelitos, y me aseguré bien de que mi padre llenara de ellos la maleta cuando tuvo que viajar por trabajo a Japón. Años más tarde me animé a prepararlos, y la verdad es que no es nada difícil conseguir hacer unos dorayakis más que decentes en casa.

A medio camino entre pastel y bizcocho, la masa del dorayaki es muy parecida a la de las tortitas. Tiene una textura muy líquida que se cocina a la plancha formando círculos, y después se forman sándwiches con un relleno tradicional de anko, el dulce de judías azuki. Son esponjosos y ligeros, y si no os apetece probar el anko siempre se pueden rellenar de chocolate o crema pastelera.

Ingredientes para unas 6 unidades

  • 50 g de azúcar, 2 huevos, 15 ml de miel fluida, 85 g de harina de repostería, 1 pizquita de sal, 1/2 cucharadita de levadura química (impulsor), 40 ml de agua, aceite o mantequilla para engrasar, anko o crema de chocolate para rellenar.

Cómo hacer dorakayi

Disponer los huevos en un cuenco con el azúcar y la miel. Batir con una batidora de varillas hasta que doble o casi triplique su volumen, y tenga un color pálido y textura espesa. Tamizar encima la harina con la levadura y una pizca leve de sal. Mezclar con movimientos envolventes y suaves. Incorporar el agua y tapar.

Dejar reposar al menos 15 minutos a temperatura ambiente. Preparar una plancha o buena sartén antiadherente engrasándola ligeramente con aceite de girasol o mantequilla fundida. Calentar a fuego medio y añadir cucharones de masa, dando forma circular con el dorso de una cuchara.

Cocinar hasta que salgan burbujas, deslizar por abajo una espátula y dar la vuelta. Cocinar hasta que esté bien dorado y retirar. Continuar hasta terminar la masa. Untar la mitad de las tortitas con anko, chocolate o crema y formar los dorayakis uniendo con el resto.

Dorayaki. Pasos

Tiempo de elaboración | 30 minutos
Dificultad | Fácil

Degustación

Los dorayakis japoneses se pueden tomar a cualquier hora en la que nos apetezca un bocado dulce, aunque recomiendo servirlos de merienda. Se pueden guardar un par de días en la nevera si se envuelven bien en plástico film, con o sin relleno, pero mejor dejar que se atemperen antes de comerlos.

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