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jueves, 14 de diciembre de 2017
Comercial La Piñata
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La razón oculta por la que cada vez bebemos más alcohol en menos tiempo
Aunque, según datos de FAOSTAT, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el consumo absoluto de alcohol apenas ha variado en el mundo en las últimas décadas, si lo han hecho enormemente los patrones de consumo.
Si nos centramos en España, hasta hace solo unas décadas la mayor parte del consumo tenía lugar en las comidas, la bebida más consumida (de largo) era el vino, y, durante el fin de semana, la embriaguez era la norma habitual para sólo un 2% de los varones y menos de un 1% de las mujeres.
Hoy el consumo en atracón (beber cinco o más copas seguidas) es la norma habitual. Cuando se bebe, se bebe. No cabe duda de que en España hemos importado la forma de consumo anglosajona, más proclive a las borracheras, y a ver el alcohol no como un acompañamiento a las comidas, sino como un fin en sí mismo. Pero hay un detalle que nadie tiene en cuenta, y podría estar llevándonos a beber más de lo que somos conscientes.
Un estudio elaborado por investigadores de la Universidad de Cambridge ha constatado que la capacidad de las copas de vino se ha multiplicado casi por siete en los últimos 300 años, y ha aumentado en las últimas dos décadas en línea con un aumento en el consumo de esta bebida en Reino Unido.
Como explica el estudio, las copas han aumentado de tamaño desde una capacidad promedio de 66 ml a principios de 1700 hasta 449 ml en la actualidad, un cambio que puede habernos empujado a beber mucho más de lo que es saludable.
Una copa al día es buena, pero ¿cuánto es una copa?
El estudio apunta a una controversia bien conocida entre los estudiosos del consumo de alcohol. Normalmente, a efectos técnicos, se considera que una la ración estándar de vino es de 150ml, y es esta medida la que se usa para elaborar los cientos de estudios que aseveran cosas como “una copa de vino todos los días es la mejor forma de prevenir la depresión” o “dos copas de vino al día reducen a la mitad el riesgo de mortalidad”.
El problema es que las copas que bebemos suelen tener mucho más que 150ml. En los bares es habitual servir copas que alcanzan los 200 ml y en los hogares ya no digamos. Según las circunstancias, el tipo de vino, y el tamaño del vaso, la ración puede llegar a triplicarse.
“El vino sin duda estará presente en nuestras felices noches de Navidad, pero cuando se trata de cuánto bebemos, el tamaño del vaso de vino probablemente sí importa”, asegura la profesora Theresa Marteau, directora de la Unidad de Investigación de Conducta y Salud de la Universidad de Cambridge, y autora principal del nuevo estudio, que ha sido publicado esta semana en The British Medical Journal.
Aunque las copas de vino no han dejado de crecer desde que empezaron a popularizarse en el siglo XVIII, ha sido en los últimos años cuando su tamaño se ha disparado, pasando de los 230 ml de media en el siglo XX a los 416 ml en la última década.
Cuando el tamaño sí importa
Los amantes del vino dirán, con razón, que las copas han aumentado de tamaño no para que bebamos más vino, sino para disfrutar más de su olor y su color. Y es cierto. Pero también lo es que en los recipientes más grandes acabamos vertiendo más cantidad de líquido y, lo que es peor, bebemos más rápido.
“Las personas tienen problemas para evaluar los volúmenes”, explicaba recientemente Laura Smarandescu, profesora de marketing en la Universidad Estatal de Iowa y coautora de un estudio sobre este mismo asunto publicado en la revista Substance Use and Misuse. “Tienden a prestar más atención a las medidas verticales que a las horizontales, es por esto por lo que la gente bebe menos cuando toma el vino en un vaso estrecho, porque creen que están bebiendo más”.
No son estos los únicos estudios que han explorado el efecto de los recipientes sobre la ingesta alcohólica. Otra investigación, esta vez publicada en la revista PLoS One, apuntó que las personas beben más rápido en vasos curvos que en vasos rectos. En este caso la investigación se centró en la cerveza, no en el vino, y llegó a la conclusión de que el tiempo de ingesta se ralentiza casi en un 60 % cuando las bebidas alcohólicas se presentan en vaso recto en vez de en copa.
¿A qué se debe este efecto? Los científicos creen que la rapidez con la que se bebe tiene mucho que ver con la percepción que tenemos sobre la cantidad de alcohol que queda en nuestro vaso. Los bebedores, de forma casi inconsciente, están pendientes de cuánto alcohol están ingiriendo, una tarea que se ve dificultada por las copas curvas, que hacen más difícil saber cuánta bebida queda, pues es casi imposible, por ejemplo, saber cuándo se alcanza la mitad del vaso.
Debido a estas evidencias, cada vez más expertos son partidarios de ser más rigurosos con las medidas de alcohol. Smarandescu por ejemplo propone usar la “regla del pulgar”, que consiste en llenar las copas solo hasta el tamaño de nuestro dedo gordo. Este pequeño gesto basta, asegura, para ser más conscientes de lo que bebemos y evitar los atracones.
Imágenes | Pixabay/Museo del Prado
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Tim Hortons llega a España: la cadena de cafeterías canadiense con filosofía de barrio viene dispuesta a conquistar el mercado
Puede que su nombre nos sea aún desconocido, pero la cadena canadiense Tim Hortons acaba de aterrizar en España y viene con la intención de convertirse en líder del panorama cafetero. La marca es todo un símbolo en Canadá y llega de la mano de Restaurant Brands, gestora del grupo Burger King, inaugurando mañana viernes en Madrid el que será el primer local en España de otros muchos.
La franquicia ya cuenta con más de 4600 cafés en Canadá, Estados Unidos y otros países pero ahora quieren centrar su expansión sobre todo en Europa con España como eje clave. El primer Tim Hortons español se encuentra en la céntrica plaza madrileña de Santo Domingo y pronto se anunciarán nuevas aperturas en otras ciudades. ¿Conseguirá ganarle mercado al gigante de Starbucks?
Una franquicia de 53 años creada por un jugador de hockey
A diferencia de la conocidísima franquicia estadounidense, el nombre de Tim Hortons no da lugar a muchas dudas sobre su origen. Conserva el de su fundador, el jugador de hockey Tim Horton nacido en 1930 que abrió un pequeño local de barrio en Ontario cuando vio que se acercaba el final de su carrera deportiva.
Tal y como ha destacado en la presentación de prensa Sebastián Martínez, director general de la marca en España, Hortons quiso ofrecer al público un lugar cómodo y amigable, donde sentirse como en casa. La idea era ese local de barrio ideal al que siempre puedes recurrir para relajarte con un buen café y un dónut, la combinación ganadora que pronto dio fama al establecimiento.
El éxito atrajo la atención de Ron Joyce, policía retirado ahora empresario, que se convirtió en socio de Hortons y propició la apertura de 40 franquicias. En 1974 el fundador murió en un accidente pero Joyce continuó con el proyecto , conservando el nombre del exjugador y tratando de mantener su filosofía de negocio en todo momento.
Joyce tenía un claro afán de expansión y el número de locales se fue multiplicando a gran velocidad. La popularidad de la cadena fue en aumento en los años sucesivos y a día de hoy es una de las marcas más reconocidas por los canadienses, también de las más valoradas. Casi ocho de cada diez tazas de café que se sirven en Canadá son de algún Tim Hortons, y también están ganando valor en el mercado internacional.
Los valores canadienses de Tim Hortons y su relación con la comunidad
A alguien ajeno que se acerque por primera vez a una de estas cafeterías-restaurante, seguramente le parezca una franquicia de cafés y comida rápida más. El aspecto desde luego es del típico local "americano", que hemos conocido por el cine y la televisión, y que Starbucks y otros imitadores han expandido en los últimos años.
Sin embargo, desde la marca insisten mucho en los valores que dicen guiar a todos sus locales, que enlazan con la idea original de su fundador, y es el sentido de comunidad. Cada local y cada franquicia pretende establecer lazos con el lugar en el que se sitúa, en una especie de simbiosis con la gente y los propios vecinos.
La idea es funcionar como una cafetería de barrio que sea un lugar hogareño y cómodo, con empleados amigables y siempre atentos a las necesidades del público, participando en la vida social comunitaria. Y en ese sentido enlazan con los valores canadienses que el país norteamericano siempre trata de exhibir al resto del mundo: generosidad y espíritu de comunidad, donde todo el mundo es bien recibido.
Tim Hortons estuvo muy comprometido con el apoyo a la infancia y por eso tras su muerte se creó la Tim Horton Children’s Foundation, que trabaja para ayudar a niños con dificultades o en riesgo de exclusión para ofrecerles oportunidades de futuro. Además la compañía colabora recaudando fondos para ONGs y bancos de alimentos, también patrocinando a equipos deportivos locales y otros proyectos.
Café Premium y TimBits: señas de identidad
¿Y qué se puede tomar en Tim Hortons? No es difícil adivinarlo: café y dulces típicos de la repostería americana, más algunos platos informales para comidas rápidas. Pero lo que ha dado gran fama a la cadena canadiense es la calidad de su café premium y bocados como los TimBits.
Para hablar con propiedad del café de la cadena ha asistido a la presentación Kevin West, maestro cafetero de Tim Hortons y máximo responsable de todo lo que conlleva el proceso desde la selección de los granos hasta las recetas de cada bebida. La calidad y la selección de cada variedad de café es una de las señas de identidad de la marca canadiense.
Cuentan con un equipo especial de expertos que buscan y seleccionan los mejores granos de diferentes orígenes en países de todo el mundo, trabajando con productores pequeños, siempre con cafés 100% arábica. Además los catadores realizan pruebas constantemente para poner a prueba la calidad de cada café, cuidando el tueste, el molido y la forma de preparación.
Todos los Tim Hortons ofrecen el café más popular, la mezcla Original Blend que lleva en la carta 53 años. Un café de granos de América Central y del Sur muy suave y equilibrada, con toques ligeramente picantes y cítricos. Es realmente un café muy agradable que cualquiera puede tomar y repetir sin necesidad de añadir azúcar ni leche, muy ligero pero con buen aroma.
Además se ofrece la variedad Dark Roast, más intensa y con más cuerpo, café descafeinado y, cómo no, la oferta típica de recetas calientes y frías que uno puede esperar en este tipo de locales: capucino, café latte, french vanilla, chocolate, etc. Y, algo que se agradece, incluyen leche sin lactosa y alternativas vegetales.
En cuanto a la comida, la especialidad son los dónuts y los Timbits, que son lo que popularmente se conocen como doughnut holes; pequeñas bolitas de masa de dónut, fritas y glaseadas, algunas con relleno. La estrella de la carta es el old fashioned glazed, muy tierno y sabroso, bien aromático y con ese característico toque de nuez moscada, aunque en mi opinión con excesivo glaseado. Otras variedades son el de chocolate o el relleno de dulce de leche, exclusivo para España.
Tengo que destacar el apple fritter por su inteso sabor a canela y la masa tan tierna, aunque yo esperaba un dulce tipo buñuelo de manzana. Quizá demasiado dulce por culpa del glaseado, que en mi opinión sobra completamente al ser una masa ya endulzada con el relleno. Entre los sabores de dónut destaca el Boston Cream, la recreación de la típica tarta americana relleno de crema y con cobertura de chocolate, que para mí es muy mejorable.
Además en la carta se ofrecen muffins, galletas tipo cookie, croissants sencillos y rellenos de chocolate, más una selección de bocados salados como paninis y sándwiches, ensaladas, wraps o cremas calientes. También hay concesiones al gusto español con productos como la tostada con tomate y jamón para el desayuno.
¿Tiembla Starbucks?
Tim Hortons y Restaurant Brands tienen grandes expectativas en cuanto a su proyecto en España y ya han anunciado que antes de final de año se abrirá otro local más en Madrid. Con una inversión de unos 50 millones de euros, pretenden liderar el mercado de las cafeterías en nuestro país y convertirse en el competidor directo de Starbucks y el Grupo Vips.
Habrá que esperar a ver cómo reacciona el público y si realmente consiguen trasladar ese espíritu de comunidad y café premium a nuestro mercado, pero no dudo que en Madrid, al menos, será un éxito. Tim Hortons es un nombre muy conocido fuera de nuestras fronteras y la situación estratégica del primer local es ideal para captar también a los turistas y visitantes internacionales.
Así, mañana viernes 15 de diciembre abre sus puertas en Madrid el primer Tim Hortons en España, regalando un año de café al primer cliente, desayunos gratis a los 100 primeros visitantes y con un concurso especial en redes sociales sorteando un viaje a Canadá. ¿Conseguirán ganarse al público español en tan poco tiempo?
Más información | Tim Hortons España
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Las dietas vegetarianas y la salud: hay que escuchar lo que dice la ciencia
¿Las dietas vegetarianas son la clave para envejecer de forma saludable o pueden ser un riesgo para la salud? Estas preguntas son motivo de confusión entre el público general y también para muchos científicos porque la nutrición es una disciplina compleja y tiene problemas a la hora de proporcionar respuestas simples para temas tan complejos como la relación entre varias prácticas alimentarias y sus efectos en la salud. Algo que no se puede poner en Twitter en 140 caracteres.
A este problema intrínseco podemos añadirle las tendencias generales de la sociedad donde siempre hay mensajeros menos cualificados con información que está fragmentada y muchas veces es subjetiva, malinterpretada o simplemente no tiene ni pies ni cabeza. Hay muchos puntos de vista que están bien desarrollados, pero son pocos los que reflejan cualquier tipo de consenso entre los expertos, sobre todo si comparamos las recomendaciones de los comités nacionales de Francia, Estados Unidos o a nivel internacional.
Nuestra dieta y el choque entre la política y la filosofía
Teniendo en cuenta este contexto general, ¿por qué la dieta vegetariana genera puntos de vista tan radicalmente opuestos? Aparte de ser un debate importante a nivel social, también es un debate muy político. La ciencia pura e imparcial nunca ha estado de moda y no se va a imponer frente a la palabrería desinformada.
Que el consumo de proteína animal se haya duplicado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial es un hecho, pero a día de hoy surgen dudas sobre el modelo alimentario de las sociedades industrializadas: parece que no es saludable y es poco sostenible, sobre todo cuando el calentamiento global es un problema.
Nuestra aversión para afrontar estos problemas también se debe a que el consumo de productos animales siempre ha dependido de nuestra visión del mundo. El vegetarianismo es un "ismo", al igual que muchas religiones y filosofías que tienen una relación especial con la representación del hombre en el universo. También se trata del lugar que ocupan los animales en la sociedad, una relación que ha ido evolucionando con el tiempo.
En las sociedades en vías de desarrollo, los productos animales solían ser caros pero beneficiosos y al alcance de las personas con recursos económicos. Sin embargo, estamos en un momento en el que se han convertido en objetos de desconfianza y en algunos casos símbolos que ponen en cuestión el modelo de la sociedad. El efecto de los productos animales en el medio ambiente o en la salud, la lucha en nombre de los animales indefensos…nuestros puntos de vista éticos y estéticos están evolucionando.
¿Deberíamos estar a favor o en contra de los productos animales?
Las cartas están sobre la mesa. Incluso dentro de la comunidad científica, el pensamiento racional parece echarse a un lado cuando se plantea esta pregunta y, sin embargo, es un tema demasiado importante como para que la investigación científica lo ignore y los cambios en los hábitos alimentarios de occidente parecen inevitables, por no decir que ya se están produciendo. Para aquellas personas que quieran reducir su consumo de carne por motivos personales, la pregunta no es si deberían volverse vegetarianas o veganas, sino cómo hacerlo. Ese "cómo" implica entender los problemas nutricionales que suponen estas dietas y cómo evitarlos, o lo que es lo mismo, ¿cuál es la forma más sana de seguir la dieta deseada?
Un enfoque científico de las dietas
Un enfoque científico nos ofrece la posibilidad de diferenciar dichas preguntas de los debates que las rodean y abordarlas de forma rigurosa en su totalidad. Para conseguirlo, cerca de 100 académicos a nivel internacional se han juntado para escribir 45 capítulos y juntarlos en el libro "Dietas Vegetarianas y Basadas en Vegetales para la Salud y la Prevención de Enfermedades" que trata el tema desde todas las perspectivas analíticas, tanto positivas como negativas, considerando toda la gama de dietas vegetarianas y analizando los beneficios generales para la salud y el riesgo de enfermedades, así como los problemas nutricionales que pueden surgir en las personas que adopten este tipo de dietas.
La primera parte del libro ha sido diseñada para desentrañar el complicado contexto del problema y se centra en los vínculos que existen entre nuestras elecciones nutricionales y las características individuales a nivel social y de comportamiento, indicando como varían en función de la cultura o de la religión en diferentes partes del mundo y cómo se articulan en términos de transición nutricional y otros aspectos de la sostenibilidad. Después pasa a proporcionar una visión integral de las relaciones entre las dietas basadas en plantas, la salud y la prevención de enfermedades a través de diferentes puntos de vista y niveles de análisis.
Primero describe la relación que existe entre la salud y algunas características importantes de las dietas basadas en plantas con referencias obvias al consumo de frutas, vegetales y carne. A continuación hay 12 capítulos que analizan las relaciones entre las dietas basadas en plantas o vegetarianas y los efectos sobre la salud y sobre algunas enfermedades. La siguiente sección del libro explica cómo pueden diferir estos problemas o ser más específicos en distintos grupos de edad o según la condición física de las personas, mientras que los últimos 11 capítulos del libro analizan de forma detallada los nutrientes y las sustancias cuyo consumo está relacionado con las proporciones de productos vegetales o animales en la dieta. Al centrarse en los nutrientes, estos capítulos suponen una repetición de la sección dedicada a los vínculos que existen entre las características principales de las dietas y la salud.
Oportunidades para el cambio
Aunque es imposible resumir las 900 páginas del libro, este inventario proporciona un buen resumen de los cambios que se están produciendo y proporciona algunos ejemplos interesantes. De acuerdo con la literatura científica disponible, está claro que una dieta en la que predominan los vegetales está asociada con muchos beneficios para la salud en la población general. Sin embargo, se debería prestar atención a aquellas dietas que excluyen algunos tipo de alimentos porque la falta de los mismos podría tener consecuencias nutricionales graves para algunos consumidores.
Por ejemplo, aquellos adultos que sigan una dieta ovo-lacto-vegetariana (aquellos que comen de todo menos carne y pescado) deberán seguir algunas pautas generales pero no van a tener problemas nutricionales, mientras que una dieta vegana en niños es un tema completamente distinto. En resumen, aquellas personas que quieran cambiar su dieta no deberían de simplemente dejar de comer carne, pescado u otros productos animales, sino que más bien deberían analizar su consumo nutricional en general. En el caso de poblaciones vulnerables como los niños, las dietas veganas han de ser controladas por profesionales médicos si son impuestas por padres que no son del todo conscientes de las consecuencias nutricionales que implican. A nivel general, una dieta "flexitariana" podría ser buena para la salud, aunque no hay que generalizar ni dar consejos ni soluciones simplistas.
Un consejo muy común es "come menos carne y menos productos animales". No. Para empezar, no se pueden cambiar de repente los hábitos alimenticios en el complicado mundo de la nutrición. Segundo, si comes menos de una cosa, vas a comer más de otra y si simplemente comes más de lo que tienes ahora en tu dieta, es poco probable que vayas por el buen camino. Por ejemplo, si se reduce de forma significativa el consumo de productos animales, hay que incrementar el consumo de alimentos ricos en proteínas vegetales, como las legumbres. Otro consejo simplista suele ser "come solo comida de origen vegetal", pero una dieta a base de patatas fritas, ketchup, refrescos y cereales llenos de azúcar y pan blanco industrial untado en crema de avellana no deja de ser una dieta basada en productos de origen vegetal. De hecho, todos estos alimentos podrían ser considerados "veganos". Bien es cierto que una dieta de este tipo no debería implantarse en ningún caso, sobre todo si tenemos en cuenta las consecuencias nocivas para la salud.
Por otra parte, una dieta variada en la que predominen los productos vegetales a base de frutas, verduras, legumbres, nueces, semillas, cereales integrales y rica en productos crudos siempre va a ser una buena dieta. Desde un punto de vista nutricional, la eliminación de los productos animales de la dieta no es útil y de por sí no hace más que complicar la situación porque se trata de productos que nos proporcionan nutrientes importantes. Sin embargo, deberíamos poner a los productos animales en su sitio y dicho sitio no es la base de la pirámide alimenticia. Una dieta en la que predominen los productos vegetales sería mucho más sana, así como mucho más sostenible.
Autor: François Mariotti, profesor de nutrición, Agro ParisTech – Universidad de Paris-Saclay.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traducido por Silvestre Urbón.
Imágenes | Wikimedia Commons
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Qué debería aprender España de la cocina de Portugal, el país declarado mejor destino turístico del mundo
España siempre ha tendido a mirar a Portugal por encima del hombro. Existe una relación filial, más cercana de la que tenemos con Francia y no digamos Marruecos, pero no solemos ponerles como ejemplo a seguir. Y en algunos aspectos deberíamos.
Esta semana Portugal ha sido elegido como el Mejor Destino Turístico del Mundo en los World Travel Awards (WTA), considerados como los Oscar del turismo. Es la primera vez en los casi 25 años de historia del premio que se otorga la distinción a un país europeo y confirma lo que muchos profesionales del sector venían anunciando: nuestro vecino es una potencia turística pujante. Portugal es cada vez más atractivo para los viajeros, no solo por su patrimonio, sino también porque se ha apostado por una forma de tratar al viajero que se ha perdido en muchas partes de España. También en lo que respecta a la comida.
Mi memoria es selectiva, pero siempre recuerdo las buenas comidas. Y en Portugal no recuerdo haber comido mal jamás. Tampoco me he sentido timado, como si me ha ocurrido visitando otras partes de la península.
Portugal tiene una cultura gastronómica honesta, con muchos más matices de los que podría parecer a simple vista, pero que ha sabido evolucionar sin hacer borrón y cuenta nueva, respetando la calidad de los productos y la autenticidad de su cocina. En Portugal puedes ir todavía a un pueblo de costa, preguntar a los paisanos y acabar comiendo el mejor pescado a la brasa que has probado en tu vida –una pista: Restaurante A Peixaira, en Sao Jacinto–.
Como explicaba en una reciente entrevista en Chic Gustavo Egusquiza, uno de los más conocidos periodistas de viajes de España, “cuando paseas por las calles de Lisboa y vas a una cafetería, existe aún esa amabilidad que hace 30 años había en España y ahora no existe”. Y yo diría más, se ha respetado una mínima calidad en la cocina, que brilla por su ausencia en la mayoría de los sitios turísticos de España. En Madrid, por ejemplo, no se puede escoger un restaurante al azar y pensar que vas a salir bien parado. Las posibilidades de comer rematadamente mal son muy elevadas. En Lisboa u Oporto es mucho más fácil acertar. Y del café ni hablamos.
Lisboa, capital gatronómica
En las calles de los pueblos y ciudades portuguesas siguen en pie esos restaurantes “de toda la vida”, con el menú pintado a rotulador en los manteles de papel, donde probar las especialidades locales sin tener que pagar una millonada. Pero Portugal también está dando la campanada en lo que respecta a la alta cocina.
Recientemente, The Economist ha declarado a Lisboa “Capital de la comida”, en su serie sobre destinos gastronómicos. “La comida aquí es estacional, respetada, amada”, apunta la periodista Mary Lussiana. “Es la espina dorsal de este largo campo de tierra orientado hacia el océano, y finalmente está alcanzando la mayoría de edad”.
Este año Portugal ha aumentado su nómina de restaurantes con estrella Michelín en un 50 %. A los cinco “dos estrellas” que ya tenía, se han sumado dos nuevos, Il Gallo d’Oro de Funchal, Madeira, y The Yeatman, de Vila Nova de Gaia (Oporto). Y a los nueve con una estrella, se han unido siete nuevos restaurantes: Casa de Chá da Boa Nova, de Leça de Palmeira; Alma y Loco, de Lisboa; William, de Madeira; L’And Vineyards, de Montemor-o-Novo; Antiqvvm, en Oporto y Lab, del cocinero español Sergi Arola, en Sintra.
Pero quizás el máximo representante de la gastronomía portuguesa es José Avillez, chef de Belcanto, en Lisboa. El restaurante, que tiene dos estrellas Michelín, fue el primero de la capital portuguesa en atreverse con la cocina más contemporánea y es ya toda una institución de la ciudad. Nada más abrir, en 2012, el crítico gastronómico de The New York Times, Frank Bruni, aseguró que había sido su mejor comida del año. Desde entonces acuden viajeros de todo el mundo a probar su cocina.
Pero la alta gastronomía está llegando también a pie de calle. El Mercado da Ribeira, un edificio del siglo XIX que funcionó durante años como mercado mayorista, se ha reconvertido en el paraíso de los gourmets de la capital portuguesa. Allí se puede degustar la cocina de chefs con estrella Michelín como Alexandre Silva, Marlene Vieira, Vítor Claro, Miguel Castro Silva o Henrique Sá Pessoa en filiales económicas de sus restaurantes.
Portugal sigue siendo el país del bacalao, los lombinhos, las francesinhas, los pastéis de nata y las guarniciones pantagruélicas, pero ha sabido evolucionar sin perder sus raíces. Y qué duda cabe de que merece una visita (y un aplauso).
Imágenes | Samu/Ann Wuyts/Chuck Moravec/Restaurante Belcanto
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