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El chef Andoni Luis Aduriz e Iñaki Martínez de Albéniz, sociólogo de la Universidad del País Vasco, han puesto en marcha un proyecto de investigación, al que han bautizado como The Candy Project, con el que pretenden trazar la evolución histórica e internacional de las chucherías, su relación con la infancia y su importancia económica, social y nutricional ¿Te has planteado alguna vez si gustan las mismas chucherías en todo el mundo?
No he podido evitar pensar en algo que me contó mi abuela. Cuando era niña no había gominolas ni chicles ni caramelos especiales, sus chucherías preferidas consistían en pencas de acelga fritas y rebozadas en azúcar. Me gustaría ver qué cara pondría cualquiera de mis hijos si les plantara una penca de acelga en lugar de, por ejemplo, unas cintas pica-pica. Los gustos cambian y evolucionan, sin duda, por eso me ha parecido tan interesante conocer este proyecto.
Como explica Aduriz: "Cuando hemos ido viajando por el mundo hemos visto que las chuches tradicionales siguen conviviendo con las contemporáneas, globalizadas e industrializadas. La chuche global va entrando, pero aún hoy es posible encontrar pescado o calamar seco en Japón, frutos secos en España y golosinas picantes en México o de comercio justo en Australia. Hay farmacias que ya venden chucherías con ingredientes funcionales… ¡y en EE UU hay ositos de goma de cinco kilos! El mundo entero se refleja en las chuches".
Pensad en cuando erais niños ¿Cuál era vuestra golosina preferida? ¿Os daban una paga semanal para comprarlas? ¿Servían para premiaros? Por ahora están involucrados en este proyecto más de 150 centros de Slow Food (organización que surge como réplica al Fast Food) así como la Universidad de Ciencias Gastronómicas de Polenza, y se ha puesto en marcha una encuesta entre profesionales de la alimentación de diferentes países que permitirá conocer el uso que se da a estos pequeños bocados en diferentes puntos del planeta ¿Te has planteado alguna vez si gustan las mismas chucherías en todo el mundo? Andoni Luís Aduriz sí.
Vía | El economista Más información | The Candy Project En Directo al Paladar | Sugar Series, golosinas organizadas por colores para saltarnos la dieta de forma ordenada En Directo al Paladar | Las gominolas y chucherías más escalofriantes para festejar Halloween
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La noticia ¿Te has planteado alguna vez si gustan las mismas chucherías en todo el mundo? Andoni Luís Aduriz sí fue publicada originalmente en Directo al Paladar por Maria Jose .
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Aunque me encanta preparar dulces de repostería, confieso que a veces me falta tiempo para elaborarciones complicadas, por eso son de agradecer recetas como esta tarta rápida de chocolate negro y galletas Oreo, que de forma rápida y sin necesitar de horneado permiten tener un postre delicioso.
Aunque pueda parecer lo contrario, esta tarta no es nada empalagosa y además, permite jugar con la decoración superior, pudiendo obtener diferentes resultados muy diferentes y espectaculares ¿No os parece que con unos remolinos de chocolate blanco su aspecto puede ser muy apetecible?
Empezamos pulverizando las galletas Oreo con la ayuda de un robot de cocina. Las mezclamos con la mantequilla derretida, hasta obtener una pasta con la que forraremos la base y parte de las paredes del molde. Lo metemos en el congelador mientras prepararmos el relleno.
Ponemos la nata en un cazo y la calentamos sin que llegue a hervir. La retiramos del fuego y añadimos el chocolate y la mantequill, removiendo con unas varillas para que se deshaga el chocolate. Cuando esté todo integrado, vertemos esta crema sobre la base de galletas reservada.
Por último, decoramos la superficie de la tarta al gusto y guardamos en la nevera hasta el momento de servir.
Tiempo de elaboración | 20 minutos + enfriado Dificultad | Fácil
Os aconsejo conservar esta tarta rápida de chocolate negro y galletas Oreo en la nevera hasta el momento de servirla. Además de estar más deliciosa fría, será también más fácil cortarla en porciones y se desmigará menos.
En Directo al Paladar | Tarta de chocolate para muy chocolateros. Receta En Directo al Paladar | Receta de coca de llanda con cacao, cardamomo y almendras
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elefanteenelsalon@gmail.com y almeida@graficasalmeida.com
para el Ayuntamiento de Navas de Estena.
¿A quién no le gusta una buena magdalena casera? Más allá de distintas especialidades regionales, podemos decir que la magdalena es uno de los dulces tradicionales más populares y consumidos en nuestro país. Su inconfundible forma, sabor y textura las convierten en un bocado irresistible ideales para preparar en casa. ¿Sabes cómo hacer magdalenas caseras para que queden esponjosas?
Una buena magdalena tiene que tener su típica forma con un hermoso copete, es dorada y firme por fuera y con una miga muy esponjosa y suave en su interior. Si quieres hacer en casa las mejores magdalenas sigue todos estos consejos y nunca más volverás a comprarlas.
Este es un primer paso básico que deberíamos cumplir a la hora de preparar cualquier receta, pero quizá hay que incidir más en elaboración de repostería que requieren cierta técnica. Si dejamos todos los ingredientes y utensilios dispuestos antes de empezar, será mucho más fácil terminar con éxito nuestras magdalenas caseras.
La conocida como mise en place es la puesta a punto de todo lo que vayamos a necesitar para nuestra receta. Es importante repasar bien la lista de ingredientes y tenerlos a punto, pesados y medidos, junto con los cuencos, espátulas, moldes y varillas que tengamos que emplear.
Otro aspecto importante a tener en cuenta es que los ingredientes deben estar a temperatura ambiente. Así evitamos contrastes térmicos al batir y mezclar, que podrían ocasionar que la masa se cortara creando texturas desagradables. Normalmente bastará con sacar todo de la nevera al menos 30 minutos antes de empezar, quizá algo más en zonas más frías.
En este sentido hay que considerar también la temperatura de los utensilios que vayamos a utilizar, especialmente si es invierno o si nuestros cuencos son metálicos o de vidrio. Un recipiente muy frío puede estropear la receta alterando la temperatura de los ingredientes, así que una buena idea es sumergirlo en agua caliente, secándolo después, o dejando que coja temperatura al principio del precalentamiento del horno.
Parece una obviedad pero conviene insistir en ello: nuestra receta será un éxito si empleamos ingredientes y materias primas de la mejor calidad posible. Huevos frescos, mejor si son de gallinas “felices”; harina especial de repostería –cuidado, que no lleve levadura incorporada-; aromas naturales como zumo de naranja recién exprimido o ralladura de su piel; o lácteos enteros de confianza facilitarán que tengamos unas magdalenas sabrosas.
Un punto importante es el de la grasa a utilizar. Sé que hay recetas de magdalenas con mantequilla, y soy la primera que disfruta de dulces preparados con ella, pero yo defiendo que las magdalenas caseras tradicionales se elaboran con aceite de oliva. Igual que a la hora de cocinar, si usamos un aceite de oliva virgen extra de calidad, las magdalenas ganarán muchísimo en sabor y textura.
Para la medición de los ingredientes no hay método más fiable que la báscula digital. Suponiendo que está bien calibrada, es la mejor manera de asegurarnos de usar las cantidades exactas que nos pide la receta. Los grandes reposteros no suelen indicar el número de huevos sino que señalan el peso total, así es imposible fallar con la variabilidad que incluso entre el mismo calibre.
La clave esencial de la esponjosidad de una magdalena está en el aire que demos a la masa para facilitar que ésta crezca y suba, llenando su interior de delicadas burbujas. Para ello tenemos que batir mucho y a gran velocidad.
Seguro que hay quien todavía lograría preparar delicias como estas batiendo a mano, pero yo recomiendo a todo el mundo disponer de una buena batidora de varillas. Necesitamos batir la masa con energía varias veces durante varios minutos, y me temo que mi brazo no da para tanto. Aunque es una buena manera de fortalecer los músculos, eso sí.
Lo normal es comenzar batiendo los huevos con el azúcar hasta que espesan mucho, y se van añadiendo otros líquidos como el aceite, zumo, esencias o leche. Cuando la masa está muy espesa y ha crecido mucho, se añaden los ingredientes secos con la harina. A diferencia de otras recetas como muffins o bizcochos, conviene batir con batidora otra vez, una vez tengamos todos los ingredientes en el cuenco.
Sé la rabia que da tener que dejar reposar una masa antes de hornearla, pero la paciencia será recompensada con unas magdalenas bien hermosas y esponjosas. Una vez lista la masa, es conveniente taparla y dejarla en la nevera como mínimo 30 minutos, incluso podemos prepararla el día antes y dejarla toda la noche.
El reposo en frío ayuda a activar la levadura química y a crear un choque térmico cuando la introduzcamos en el horno, potenciando la expansión de la masa. Siempre hay que tapar bien el recipiente antes de dejarlo en la nevera para que no coja olores extraños ni se seque demasiado.
Continuando con el punto anterior, para que ese choque térmico se produzca es necesario que el horno esté calentado a una temperatura muy alta. El precalentamiento es esencial, nunca hay que meter la masa cruda en un horno frío o que todavía no ha alcanzado el punto adecuado.
Contar con un termómetro de horno es una buena ayuda para asegurarnos de que marca la temperatura correcta, y además es buena idea precalentarlo a una temperatura especialmente alta, ya que al abrirlo siempre bajará un poco.
Cada horno es diferente, pero es recomendable encenderlo al menos 30 minutos antes de introducir las magdalenas. También hay que vigilar que no dejamos ninguna bandeja extra dentro, pues puede afectar al horneado.
La masa de las magdalenas es bastante líquida y se expande mucho dentro del horno, por lo que es importante usar moldes rígidos. Si sólo empleamos cápsulas de papel es probable que se nos deformen, así que lo mejor es introducirlas en una bandeja con cavidades especiales, o incluso dentro de moldes de aluminio desechables.
Existen en el mercado cápsulas más rígidas preparadas para aguantar por sí solas, también de materiales más duros similares al cartón, aunque son más caras. Las de silicona también se hornean solas, aunque personalmente me gusta mucho más utilizar moldes metálicos.
Se pueden usan cucharas para echar la masa, pero una manga pastelera hace que la tarea sea más fácil para conseguir un resultado homogéneo. Procuraremos repartir la masa de forma equitativa, dejando siempre un dedo de espacio en el molde. Si llenamos hasta arriba se nos deformarán en el horno.
Justo antes de hornear podemos añadir azúcar por encima para crear una bonita costra. Introduciremos los moldes a media altura, mejor sobre una rejilla si no usamos moldes individuales, y una vez cerrada la puerta ya podemos bajar la temperatura a 210ºC-200ºC.
El modo aire suele ser el mejor para crear un horneado homogéneo, aunque depende de cada horno. En su defecto, calor arriba y abajo. Si conocemos los puntos negros de nuestro electrodoméstico, las zonas que más calientan, mucho mejor.
Un punto esencial es no abrir la puerta durante el horneado jamás, sólo cuando ya se acerque el tiempo final. Eso sí, a mí me fascina observar por el cristal cómo la masa va creciendo poco a poco mientras la cocina se llena de un aroma delicioso.
Una vez transcurridos unos 13-15 minutos y después de asegurarnos de que se han dorado bien por fuera, sacaremos los moldes con un guante de cocina y los dejaremos enfriar un poco antes de manipularlo. Las magdalenas entonces podrán sacarse sin problemas, las dejaremos sobre una rejilla para que se enfríen por completo.
Si somos capaces de no comernos todas de una sentada lo mejor es guardar las magdalenas caseras en un recipiente limpio y hermético, alejado de la luz y de focos de calor. Aguantarán sin problemas unos días, aunque mi momento favorito para degustarlas es pasadas 24 horas del horneado.
También se pueden congelar sin problemas, una vez frías, envueltas individualmente en plástico film y luego dentro de una bolsa o de un recipiente apto para congelación. Tardan muy poco en descongelarse a temperatura ambiente o podemos usar el calor residual del horno que hayamos encendido para otra preparación.
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La noticia Cómo hacer magdalenas caseras para que queden esponjosas fue publicada originalmente en Directo al Paladar por Liliana Fuchs .
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